viernes, 16 de mayo de 2014

Los felices gatos de la calle

Hace no mucho tiempo, la concejala de Medio Ambiente de la ciudad de Vigo, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, hizo unas polémicas declaraciones sobre los gatos de la calle, a fin de justificar la ineptitud de su gobierno con respecto a este tema. "Si yo fuera gato querría aire", dijo.                 
(http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2010/09/22/0003_8740012.htm).

El problema no es la opinión aislada de este personaje, "los gatos están bien en la calle" es una máxima extendida que pretende justificar el mirar para otro lado. Los gatos tienen suficientes capacidades para buscarse la vida, sí, pero los hemos domesticado, hemos creado un mundo a nuestra medida donde es difícil que un gato sea feliz en la calle. Entre maltratadores, autopistas o venenos. Ahora son nuestra responsabilidad.
Las camadas de gatitos tirados a los contenedores, metidos en bolsas de plástico en cualquier camino, condenados a morir de hambre en cualquier monte, no quieren aire, no, buscan desesperados a una madre que no va a volver.

Romita, Lúa, Virunga y Elfo, arrojados a un contenedor. Por suerte, sobrevivieron.


Coles no quería aire, no, lanzado de un coche en plena calle, con una pata rota, lleno de hambre, deshidratación y parásitos.
Coles, extremadamente delgado, la barriga hinchada llena de parásitos. Estaba muerto de hambre. Se recuperó y fue adoptado.

Mariña no quería aire, tampoco, estaba enferma, mucho, no veía. Llegamos tarde, perdió un ojito.

Así llegó. Por suerte se salvó y fue adoptada.

Loui tampoco quería aire, no, le bastaba con que alguien acogiese su cansado cuerpecito. Estaba ciego y enfermo. ¿Durante cuánto tiempo se deterioró ante la mirada indiferente de todos? Algunos llegan para vivir, otros para morir. Loui no sobrevivió.

Loui, eras un ángel

A Sorte el aire le daba igual, solo quería resucitar a sus crías asesinadas. Con leche en las mamas, ellas no volvían...

Sorte en una revisión veterinaria. Hoy es una gata felizmente adoptada

El aire tampoco le importaba a Nero, ni a Tigris, Rois, Vilar, Samos, Rousa, Su, Cristovo, Pequeno, OjoPocho, Margot, Cósima, Miranda... y una lista interminable de animales enfermos, atropellados, maltratados, pateados, intoxicados, abandonados...
Sin tu ayuda, ellos no pueden. No, definitivamente, si tú fueras gato no querrías aire.

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