lunes, 21 de marzo de 2016

Mi vida no vale nada

Mírame a los ojos. Mañana por la mañana mi dueño va a venir a buscarme en su coche. Me pondré muy muy contenta. Lo quiero, lo adoro. Coche significa que me va a llevar a correr al monte. Pero donde paramos no crece la hierba, solo huelo perros, gatos, animales que ladran encerrados, asustados, nerviosos. Mi dueño, ¿qué está haciendo?, me entrega a una mujer y me atan en un cuarto frío y oscuro. Oigo el motor y, no, no puede ser, se va e intento liberarme, salto, ladro, chillo hasta desgañitarme, hasta quedarme afónica y tengo miedo, pánico. Me destrozo el cuerpo, la voz, el alma. No sé el tiempo que pasa hasta que él llega, otro hombre que bruscamente me coge, me inmoviliza, me pincha, me inyecta y solo pienso en él, en mi dueño, ¿dónde está?, y los ojos se me cierran. Me muero. Me matan. Me han matado en la perrera. Silencio. ¿A quién le importa? Soy solo una perra. Nadie tuvo un hueco, nadie tendió una mano. "Qué pena", dirás, "qué injusto", "qué mierda", "qué cabrón de dueño". Y seguirás con tu vida tú que puedes. Mañana voy a morir. Yo no lo sé pero tú sí.